JOSEBA LOPEZORTEGA
Desde la llegada a la titularidad de Robert Treviño, cuando Euskadiko Orkestra anuncia una temporada se puede buscar con el dedo índice al compositor Gustav Mahler, del que este año se completa su ciclo sinfónico con la interpretación de la Novena, en el primer programa de la temporada, y la Séptima en la clausura. Ambas obras las dirigirá el norteamericano, que también hará la Número 5 de Bruckner –otro predilecto– y Pelléas et Mélisande, de Schoenberg. De nuevo, Treviño se sitúa con su orquesta en un mirador que cuelga del último Romanticismo, para pintar un paisaje denso y de gran profundidad emocional y filosófica. Son lo principal de sus cuatro programas de temporada, en los que también se homenajeará a Pascual Aldave (con una de las cuatro rapsodias de su Akelarre) y habrá cabida para Saint-Saëns, La musa y el poeta, y dos conciertos: el Número 1 para violín de Bruch, con Pinchas Zukerman, y el Número 1 para piano de Brahms, con Denis Kozhukhin.
El resto de los diez programas está a cargo de directores invitados. En orden de programa, Juanjo Mena dirigirá el Concierto para clarinete y orquesta D’Om le Vrai Sens, de Kaija Saariaho, con Kari Kriikku, y la Novena de Schubert, un programa poderoso. Kristiina Poska hará el Pelléas et Mélisande de Fauré (cuya presencia en la misma temporada con el de Schoenberg hace honor al concepto contraste, que construye el lema de la temporada junto a conjuro: “Contraste y conjuro”), el Concierto para violín de Schumann (relegado de las programaciones) con Baiba Skride y la fascinante Sinfonía número 5 de Sibelius.
Łukasz Borowicz dirige un programa de enorme interés. Correrá enero y lo iniciará Sorginen soinua (El sonido de las brujas), de Beatriz Arzamendi, obvia invocación junto a la mencionada Akelarre de la idea de conjuro en una temporada en la que reina también la noche. Seguirá el Número 2 de Saint-Saëns con Rafal Blechacz y la Sinfonía nº 2 de Szymanowski, otra exhibición de exuberancia orquestal –entre otras cosas–. Christoph-Mathias Mueller dirigirá semanas más tarde el Concierto para percusión de Detlev Glanert, con Christoph Sietzen, y la Segunda de Brahms. En este programa hay un tesoro escondido: el Entreacto de Die drei Pintos, ópera inconclusa de Carl Weber completada por Gustav Mahler en fecha tan temprana como 1887 –y dirigida por él poco después– que proporcionó un notable impulso a su carrera. Este entreacto, siendo Weber, muestra mucho de un Mahler en un estado primordial.
Stanislav Kochanovsky asume en primavera un importante programa ruso, con la Sinfonía Concertante de Prokofiev con Daniel Müller-Schott y la Sinfonía número 2 de Scriabin, otra visita de la orquesta a ese Romanticismo tardío de gran riqueza orquestal en el que tan a menudo navega. Ya en mayo, Dinis Sousa dirige otro programa en el que aventurarse provistos de un cedazo: Canción nocturna en el bosque de Schubert (de nuevo la noche y la conjura), Rendering, de Schubert, completada –realmente dialogada– por Luciano Berio y Los momentos del día. La noche (no voy a reiterarme) y la Suite de El caballero de la rosa, de Richard Strauss. El coro es Suhar Gizon Korua, liderado por Esteban Urzelai.
Euskadiko Orkestra anuncia también sendas grabaciones con el sello Ondine, dedicadas a Gabriel Erkoreka y Richard Strauss, entre otras actividades.
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