Bilbao, sábado 23 de noviembre de 2024. Palacio Euskalduna. Il Trittico, trilogía formada por Il Tabarro, con libreto de Giuseppe Adami, y Suor Angélica y Gianni Schicchi, con libretos de Giovacchino Forzano. Fue estrenado el 14 de diciembre de 1918 en el Metropolitan Opera de Nueva York.
IL TABARRO. Carlos Álvarez, Michele. Ángeles Blancas, Giorgetta. Marco Berti, Luigi. Ana Ibarra, Frugola. Stefano Palatchi, Talpa. Igor Peral, Tinca. Josu Cabrero, Un venditore di canzonette. Sofía Esparza, Amante 1. Ioan Hotea, Amante 2.
SUOR ANGELICA. Chiara Isotton, Suor Angelica. Karita Mattila, La Zia Principessa. Ana Ibarra, La Badessa. Anna Gomà, La suora zelatrice. Itxaro Mentxaka, La maestra delle novizie. Naroa Intxausti, Suor Genovieffa. Angéline Danel, Suor Osmina. Adhara Martínez, Suor Dolcina. Marifé Nogales, La suora infirmiera. Marta Ubieta, Cercatrice 1. Eider Torrijos, Cercatrice 2. Ana Sagastizábal, Novizia. Olga Revuelta, Conversa 1. Ainhoa Zubillaga, Conversa 2.
GIANNI SCHICCHI. Carlos Álvarez, Gianni Schicchi. Sofía Esparza, Lauretta. Ioan Hotea, Rinuccio. Ana Ibarra, Zita. Josu Cabrero, Gherardo. Naroa Intxausti, Nella. Isaac Galán, Betto di Signa. Stefano Palatchi, Simone. José Manuel Díaz, Marco. Ainhoa Zubillaga, La Ciesca. Juan Laborería, Maestro Spinelloccio. Fernando Latorre, Ser Amantio di Nicolao. Mikel Zabala, Pinellino. Gexan Etxabe, Guccio, Cesidio Niño, Buoso Donati. Nikola Capilla, Gherardino. Noah y Nikola Capilla, Niños.
Orquesta Sinfónica de Navarra. Director musical, Pedro Halffter. Asistente del director musical, Pedro Bartolomé. Coro de Ópera de Bilbao. Director del coro, Boris Dujin. Maestros repetidores, Itziar Barredo, Iñaki Velasco y Pedro Andino.
Director de escena, Paco Azorín. Escenografía, Paco Azorín. Diseño audiovisual e iluminación, Pedro Chamizo. Vestuario, Ana Garay. Movimiento escénico y coreografía, Carlos Martos de Vega. Producción, ABAO Bilbao Opera. 73ª Temporada de ABAO Bilbao Opera.
JUAN CARLOS MURILLO
Aborda Puccini en Il Trittico la construcción de un retablo sobre algunos de los aspectos más oscuros de la naturaleza humana. Un tríptico en el que nos hace transitar desde el infierno de los celos y la violencia de Il Tabarro, a través del purgatorio de la doble moral y el rechazo social de Suor Angelica, hasta un cielo en el que Gianni Schicchi engaña a defraudadores y codiciosos mientras demanda redención para sí mismo al benevolente auditorio.
Se plantean varios elementos interesantes en esta producción, entre los que sobresale el acierto de haber programado, por primera vez en Bilbao, el tríptico completo, tal y como lo concibió el autor. Un notable esfuerzo realizado por ABAO que nos presenta la trilogía como una unidad llena de elementos comunes más allá, por supuesto, del imponente universo sonoro de Puccini en plena madurez.
Destacan en la producción evidentes y sugestivos elementos de unidad. Así, las tres historias se ubican en 1945, año de inicio del neorrealismo italiano, a modo de referencia estética e histórica que da unidad a toda la producción y, sobre todo, encuadra los tres paneles que conforman la obra en un contexto global y verosímil, el final de la Segunda Guerra Mundial en una Europa devastada y miserable, que refleja, además, a la perfección el universo sonoro que las sustenta.
Al igual que en los trípticos góticos, el panel central, de expresión más mística y contenida, está flanqueado por dos obras más expansivas y terrenales de igual grandeza y complejidad, algunos de cuyos intérpretes participan, además, en varios de los diferentes cuadros que forman el conjunto.
Son dignas de mención las intervenciones de Carlos Álvarez, que se hace cargo del papel de Michele en Il Tabarro y del de Gianni Schichi, y de Ana Ibarra, que asume el triplete de sendas importantes coprimarias, Frugola, L’Abadessa y Zita, o el guiño de encomendar a los enamorados de Gianni Schicchi la parte de los amantes en Il Tabarro y la participación de Stefano Palatchi, Josu Cabrero y Naroa Intxausti en dos de las tres partes del retablo.
Grandes Ángeles Blancas y Marco Berti, que sobresalieron en sus roles protagonistas en Il Tabarro, demostrando su gran capacidad para hacer frente a las enormes exigencias de una partitura llena de momentos de puro verismo, en los que lograron transmitir toda la pasión y el dramatismo de sus personajes.
Incontestable Chiara Isotton en una espectacular Suor Angélica, llena de matices, desde los más líricos a los más dramáticos y desgarradores, en su ‘Senza mamma, o bimbo, tu sei morto’ y en la escena final.
Álvarez cantó con finura y buen hacer dramático su Michele y compuso un convincente Gianni Schicchi, aunque se le echó de menos en algunos momentos de mayor exigencia vocal, en los que fue víctima de la ingrata acústica de la zona media del escenario del Euskalduna.
Sofía Esparza interpretó un exquisito ‘O mio babbino caro’, aportando brillo y frescura a una solvente pareja protagonista junto con Ioan Hotea, que se desempeñó con buen hacer vocal y escénico en sus dos momentos más relevantes, ‘Firenze e come un albero fiorito’ y el ‘Lauretta mía’ final.
Puccini, haciendo gala de verismo musical y realismo dramático, llena cada uno de los cuadros de Il Trittico de pequeños e imprescindibles elementos de contraste y apoyo. Pequeñas grandes partes que fueron abordadas con acierto por el extenso grupo de coprotagonistas.
Fueron notables las intervenciones de las coprimarias y, especialmente, del coro en Suor Angélica, quizá lo mejor del título junto con su protagonista, dándole apoyo y réplica y ayudando a crear el necesario ambiente de fervor y obediencia, junto con una Karita Mattila que cumplió con credibilidad con su exigente y contenido rol de la insensible y cruel zia Principessa.
Gustaron mucho las intervenciones del grupo de familiares del difunto en Gianni Schicchi que mostraron una trabajada, aunque no totalmente consolidada, unidad musical y escénica, configurando un efectivo y divertido conjunto.
La Orquesta Sinfónica de Navarra, bajo la batuta de Pedro Halffter, fue la encargada de acometer la inmensa partitura de la obra, en la que cobran una dimensión enorme el drama y la melodía, a través de una elaborada y cuidada orquestación, desde la oscuridad y el dramatismo de Il Tabarro, hasta la precipitación grotesca y colorista de Gianni Schichi, pasando por la espiritualidad y el misticismo de Suor Angélica,
La orquesta sonó precisa y elegante, con capas bien definidas y líneas claras, aportando en cada título color y contenido, con acierto y fidelidad de estilo, falta, quizá en algunos momentos de un extra de pasión, pero mostrándose, especialmente en el tercer título, acorde con el tono cinematográfico, casi herrmanniano, del que se ha dotado a la producción estrenada en Bilbao, y consiguiendo reflejar los ambientes, la psicología y el estado de ánimo de los protagonistas, como un personaje más en la historia, mostrándose en toda su complejidad y fuerza en algunos momentos y transmitiendo recogimiento e intimidad en otros.
Es notable, por último, en la producción el trabajo realizado para dotar a los movimientos escénicos de unidad y coherencia argumental. Un trabajo que se vuelve más evidente en los momentos de mayor dramatismo pictórico, como en los finale de Il Tabarro o Suor Angélica, o en los más corales, como en las burlescas y trepidantes coreografías encomendadas a la familia en Gianni Schicchi. Coreografía y movimiento escénico que, junto con el diseño de la escenografía y el vestuario, terminan de aportar unidad y coherencia a una destacable conmemoración del centenario de la muerte del Giacomo Puccini.