Desdemona vindicada

Bilbao, sábado 17 de mayo de 2025. Palacio Euskalduna. Otello, drama lírico en cuatro actos con música de Giuseppe Verdi y libreto de Arrigo Boito, basado en el drama de William Shakespeare The Tragedy of Othello, the Moor of Venice. Fue estrenado en el Teatro alla Scala de Milán el 5 de febrero de 1887. Otello, Jorge de León. Desdemona, Ermonela Jaho. Jago, Claudio Sgura. Cassio, Mikeldi Atxalandabaso. Emilia, Anna Tobella. Roderigo, Vicenç Esteve Madrid. Lodovico, Fernando Latorre. Montano, José Manuel Díaz. Heraldo, David Aguayo. Orquesta Sinfónica de Kiev. Dirección musical: Francesco Ivan Ciampa. Asistente del director musical y director de banda interna: Pedro Bartolomé. Coro de Ópera de Bilbao. Director del coro: Boris Dujin. Coro Infantil de la Sociedad Coral de Bilbao. Director: José Luis Ormazabal. Dirección de escena: Ignacio García. Asistente del director de escena: Ana Cristina Torres. Escenografía: Gabriele Moreschi. Iluminación: Albert Faura. Vestuario: Gabriela Salaverri. Asistente de vestuario: Sabina Atlanta. Maestros repetidores, Itziar Barredo e Iñaki Velasco. Producción: ABAO Bilbao Ópera. 73ª Temporada de ABAO Bilbao Opera.
JUAN CARLOS MURILLO
Atacó el coro con fuerza y convicción el imponente “Dio, fulgor della bufera!” (¡Dios, fulgor de la tormenta!), que culmina la primera intervención de un personaje, el pueblo chipriota, y de un elemento vocal, el coro, que anuncian sin preámbulos toda la intensidad y toda la violencia del drama.
Otello, penúltimo título de Giuseppe Verdi, clausura así la 73.ª temporada de ABAO Bilbao Opera con una producción despojada de cualquier atisbo de romanticismo. Una revisión de la versión presentada en Bilbao en 2015, que destaca tanto por su intensidad dramática como por su indiscutible actualidad, y que, en esta ocasión, sitúa a Desdemona como elemento central de la trama desde su primera aparición, en silencio y de blanco inmaculado en la boca del escenario, al comienzo del primer acto.
Francesco Ivan Ciampa abordó con energía y rigor una singladura no exenta de escollos al frente de la Orquesta Sinfónica de Kiev, solventando algunos momentos de desunión entre el foso y la escena, especialmente durante la primera parte, que se fueron reconduciendo hasta llegar a ofrecer pasajes extraordinarios, como el concertante del tercer acto, o un cuarto acto, más lírico y melódico, en el que Ermonela Jaho, en su rol de Desdemona, se ratificó como la auténtica figura de la noche.
Se percibió en la ejecución orquestal, y en la producción en general, un cierto aire de provisionalidad, de precipitación y desequilibrio, conjugados con un esfuerzo compartido por lograr el mejor resultado posible bajo la firme batuta del maestro Ciampa.
Ermonela Jaho abordó su Desdemona en una progresión que fue ganando en expresión y lirismo a medida que la noche avanzaba. Un lirismo lleno de calidez y dulzura, aunque no exento de la fuerza y convicción necesarias en algunos pasajes, como su magnífica participación en la dramática escena con Otello, o el excelente concertante del tercer acto, mostrando, igualmente, un dominio del pianissimo, audible, justo y perfectamente proyectado, en un cuarto acto de absoluta maestría.
No consiguió brillar a la misma altura, en su interpretación de un Otello débil y acomplejado, el tenor canario Jorge de León. Aunque abordó con entrega incondicional el personaje, exhibiendo potencia y sonoridad en los pasajes más épicos y dramáticos, se mostró en varios momentos apurado al afrontar las enormes exigencias vocales de su rol, alcanzando, no obstante, otros de gran dramatismo, como el “Dio! mi potevi scagliar tutti i mali” en el tercer acto, donde plasmó toda la furia y desesperación del personaje devorado por los celos, o el “Niun mi tema” final, en el que plasma su horror ante el crimen cometido antes de poner fin a su vida.
Claudio Sgura compuso un Jago tortuoso y manipulador, con buena presencia vocal y un estilo declamatorio potente y oscuro. Convincente en su imponente Credo del segundo acto, resultó algo monocorde en la composición de un resentido y malvado alférez, que se presenta a sí mismo, en toda su crudeza y verdad, como el personaje malvado que es, sin atisbo de bondad o piedad algunas, lleno de odio y rencor, en una línea expresiva que mantuvo prácticamente inalterada a lo largo de toda la representación.
Destacó Mikeldi Atxalandabaso al frente de un consolidado grupo de secundarios, mostrando una vez más su presencia vocal y una emisión y proyección claras y contundentes en su interpretación de Cassio, el capitán calumniado por Jago para urdir la trama contra Desdemona.
Por último, el Coro de Ópera de Bilbao, al que se unía en esta ocasión, en su pequeña y dulce intervención, el Coro Infantil de la Sociedad Coral, cumplió con solvencia, una vez más, prestando su voz y presencia escénica al pueblo chipriota, verdadero elemento de impulso y cohesión del drama verdiano.
La escenografía acota el espacio escénico a través de diversos elementos arquitectónicos —muros, arcos, columnas y escalinatas—, facilitando que la acción se sitúe en la parte central y más adelantada del escenario. Una acción que, en esta versión, se ha optado por reducir al mínimo imprescindible para acompañar y subrayar el dramatismo y la emoción reflejados en la partitura y el libreto, pero en la que se echó de menos mayor dinamismo y veracidad en la progresión dramática, en ocasiones difícil de percibir, y cuya transmisión dependió casi exclusivamente de la capacidad de los intérpretes para encarnar sus respectivos personajes.
Una puesta en escena de Otello que concentra todo el genio y la grandeza del maestro de Busseto en una versión directa y sin paliativos, que sitúa a la víctima en el corazón del drama, convirtiendo a Desdemona en el trágico y poderoso reflejo de todas las mujeres silenciadas y asesinadas por la violencia machista.