
JOSEBA LOPEZORTEGA
Quincena Musical ha programado para el 20 de agosto West Side Story de Leonard Bernstein en concierto. Uno de los grandes alicientes de ese programa es escuchar a Miren Urbieta-Vega como María, un personaje que va mucho más allá del cliché de la chica enamorada. De acuerdo a su fuente inspiradora, el personaje posee un arco dramático de una potencia shakespeariana: arranca como una jovencita ilusionada y confiada, y termina convertida en una mujer desgarrada por la violencia y la pérdida. El amor, el deseo y la muerte la transforman, revelándole la clase de verdad que solo se muestra a través de la tragedia, cuando la vida se manifiesta inexorable.
Hay una profunda familiaridad entre María y la Julieta de Gounod: nacen de Shakespeare, ambas son figuras luminosas, rebosantes de pasión y esperanza y se ven forzadas a madurar en un tiempo que no les pertenece, que las violenta. Cuando la Julieta operística entona Je veux vivre, celebra una vida que ya intuye efímera. María hace lo mismo en Tonight: cree estar cantando al amor, pero en realidad está anticipando, sin saberlo, la completa destrucción de su ilusión.
María no es un papel sencillo, y no solo por su complejidad dramática. Fue concebido con una ambición musical que roza lo operístico: demanda legato, una afinación excelente, un gran control en los agudos, dominio respiratorio y, sobre todo, un fraseo que vaya más allá de la técnica porque debe conmover y persuadir. No es casual que Bernstein eligiera a cantantes líricos para grabar su obra —José Carreras como Tony, Kiri Te Kanawa como María— en lugar de a intérpretes de Broadway. En el conocido documental de aquella grabación histórica, se puede ver al compositor y director de la grabación (siempre consciente de la presencia de las cámaras) exigiéndole a Carreras que cante como si estuviera interpretando a Verdi o Bizet, como si Tony —ese muchacho de la calle— necesitara sonar, por voluntad artística de su creador musical, como un gran tenor. Y es que West Side Story no es un musical cualquiera: es una obra atravesada por el lenguaje sinfónico, la armonía modal, el contrapunto coral, el jazz y, en definitiva, por toda la complejidad (también social) del siglo XX. Cosa distinta es si se escucha mejor o gusta más con voces del musical o con voces operísticas.
Que Miren Urbieta-Vega encarne a María en la Quincena Musical es algo extraordinario. Su voz de soprano lírica plena está construida con rigor técnico, gran capacidad interpretativa y una claridad expresiva poco común. Urbieta-Vega posee el brillo especial de las voces que no necesitan forzar para emocionar y deberá desplegar un personaje en constante transformación sin el apoyo de la escena. En su voz, María dejará de ser la adolescente enamorada de Tonight para convertirse en la mujer que canta I Have a Love desde las profundidades de una herida que ya no podrá cerrarse. María pasará de percibir la vida como un sueño alcanzable a plegar las rodillas ante la palabra jamás.
La diferencia entre escuchar a María en la voz de una soprano como Urbieta-Vega o en la de una cantante de musical convencional es, ante todo, una cuestión de enfoque. En el musical tradicional, la expresividad directa y la conexión inmediata y sin filtros con el público tienen un valor indiscutible. Sin embargo, cuando una voz lírica genuina se adentra en este repertorio, el resultado puede alcanzar una profundidad insospechada. También supone riesgos. Eleva al personaje, expande sus dimensiones y lo dota de una resonancia que es a la vez emocional y acústica, pero no puede olvidar que no es un rol operístico.
En ambos enfoques, María trascenderá su naturalidad y su frescura iniciales para convertirse en símbolo de una generación perdida, de un conflicto enconado, de un amor imposible, de una herida que no cicatrizará. Pero en ambas vías sus sentimientos, de principio a fin, serán llanos, desnudos, expuestos sin claroscuros. La María de Quincena Musical, la María de Miren Urbieta-Vega, merecerá una escucha atenta, porque deberá ofrecer música, fuerza y, sobre todo, verdad. Si West Side Story es en sí un acontecimiento musical gozoso, sea con su plenitud teatral o en concierto o como Suite, la presencia de Urbieta-Vega cantando María hace de este programa una joya y, con seguridad, uno de los hitos que se recordarán de esta 86ª edición de Quincena.